Otra de cine, otra de Woody
Woody vuelve a Nueva York y se encuentra consigo mismo. Después de la decepcionante incursión española con Vicky Cristina Barcelona, esta película se sustenta en un fresco guión neoyorquino donde el humor de nuevo, da un fondo y forma al profundo drama de vivir.
Esta entretenida comedia, sin exagerados matices intelectuales, ofrece todo pensado sin que se eche en falta su personalísimo humor al punto. El WA crítico hasta la saciedad con la aburguesada sociedad americana, amplía gobalmente su agridulce punto de vista. La decepción ha madurado y se pocha filosofando en torno al inexistente sentido de la vida, de su vida quizá.
Para construirlo recurre a personajes tópicos con historias de vida insignificantes. Como protagonista y narrador, se autosustituye a sí mismo y sus neurosis con el actor Larry Davis, que le hace de espejo en sus propios espejismos. Una buena idea, él interpretándose de nuevo a sí mismo habría resultado cansino. Además, Larry es más guapo y se conserva mejor.
Como remate y guinda, un tópico final feliz para un relato que censura tópicos y estereotipos irreprochablemente con cierto pesimismo y asumiendo también una vejemadurez en ciernes, quizá al fin, en paz consigo mismo.
Eduardo se confundió de cine y entramos tarde a la sala, pero sólo nos perdimos los rótulos del principio y enganchamos en el monólogo más largo del protagonista con la cámara que hizo temblar mis entretelas y temer por la cuantiosa inversión de los 15€ que costaron las dos entradas ... ¡¡@$%&?!#!!
Etiquetas: cine
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