sábado, 12 de septiembre de 2009

Perder

Este verano leí, como todo el mundo, -o al menos toda España-, la entretenida novela “Los hombres que no amaban a las mujeres” de Stieg Larson. No ví la película, pero seguro que está al mismo nivel: entretenida.

Antes de verano, mientras saltaba de charco en charco trabajando y traballando, me regaló Antón -porque la autora Lola Beccaría es paisana mía-, “El arte de perder”. Casualmente, días antes había mercado “Saber perder” de David Trueba. Vi ambos textos en las librerías, resultaban curiosas la cuasicoincidencia de los títulos y la simultaneidad de su publicación.

Perder es un verbo proscrito en nuestra escala de valores sociales, un hecho temido y a la vez provechoso en nuestro continuo proceso cotidiano de aprendizaje y/o desaprendizaje vital. Según la RAE, perder tiene muchas acepciones, y ambos libros, aún siendo completamente diferentes, podrían enmarcarse en "Padecer un daño, ruina o disminución en lo material, inmaterial o espiritual".

Dicho así, parecen relatos sacados del congelador. Porque perder, - la dignidad, un amor o un ser querido- es un dolor perenne en el corazón, un avanzar con la pérdida pesando en la espalda y la mente repuesta a costa de las tripas.

El texto de Trueba, con sus cuatro historias magistralmente entrelazadas, es una película escrita donde los personajes viven sus personales pérdidas en un devenir vital que, aunque inesperado, no resulta completamente imprevisible.

Lola Beccaria, por su parte, hace ganar a su protagonista en el más antiguo juego de perder: el amor. Y lo hace sustentando su historia en la moderna forma -cada vez más frecuente- en que las personas se encuentran, conocen y re_conocen hoy día: intercambiando sms,s y chateando. La dimensión virtual y la real se solapan en vivencias con resultados tan imposibles e imprevisibles como deseables.

¡Y este cuento se acabó! Casi nunca hablo sobre los argumentos porque los argumentos están en las propias novelas y en otras páginas web de la red donde los contenidos se entrelazan enriqueciendo, aumentando y matizando todo cuanto se puede decir de estos libros en concreto o de cualquier tema por el que nos interesamos.

Mi grano de arena.





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