lunes, 2 de julio de 2007

Rocas o veletas

Con los años, descubres que el saber estar y las formas, son la nata de la educación: el ser y el hacer, el interior y/o fondo de las personas, la sustancia.
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CÉSAR CASAL GONZÁLEZ | (25/04/2005)
¿QUÉ ES mejor lo previsible o lo imprevisto? Un amigo dice que el talento sin método es naufragio seguro. Es verdad, pero, entre el robot que programa todo y el tipo que improvisa, me quedo con el segundo. Aunque reconozco que la virtud está en el justo medio, en la mezcla, siempre en el mestizaje. Están los que devuelven los libros en la biblioteca cinco días antes del plazo y está ese superhéroe, Antoñito Blanco, amigo de mi hermano, rubios los dos, que, cuando le gustaba una película del videoclub, se la quedaba. No hace falta aclarar que cambiaba mucho de videoclub. Cortázar distingue entre los que aprietan desde la base el tubo de pasta de dientes y los que aprietan donde les cuadra. Los cronopios son los segundos. Nadie puede negar que el baño de sol que no se espera tiene algo especial, como el aguacero que irrumpe de súpeto. La sorpresa grata es un regalo. La música del azar colorea vidas, para bien y para mal. Cambia biorritmos. A la gente que planifica sus días hasta el último detalle los reiniciaría como ordenadores. Son rocas. Aunque es cierto que las veletas, con nuestras mandíbulas de cristal, necesitamos tanto a las rocas para no echarnos a volar desde un séptimo piso.
cesar.casal@lavoz.es

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