domingo, 21 de febrero de 2010

Capitalismo. Una historia de amor



20minutos.es. Crítica.


Michael Moore se ha convertido en ese tipo indeseable catastrofista, augur de hecatombes y conspiraciones que nadie quiere escuchar para evitar úlceras de conciencia. A estas alturas ya hemos calado a la persona y al personaje, su exhibicionismo nato, su autoindulgencia y su muy cuestionable coherencia de izquierdista atrincherado en el salón, defensor de boquilla de causas perdidas que predica aquello que no practica. "Capitalismo, una historia de amor" no nos descubre pliegues nuevos del muy ambiguo personaje. Moore cada vez está más visiblemente encantado de haberse conocido; pero canta con megáfono verdades muy incómodas, trapicheos del gran poder indecente que ni cristo se atreve a denunciar desde púlpito alguno más que por lo bajini. Su última película es tan retórica y episódicamente manipuladora, en el discurso y en el drama, como viene siendo costumbre; pero una vez más sus golpes bajos hacen sangre.

Moore desenmascara con la retórica del populista convencido los impresentables tejemanejes de los engendros financieros estadounidenses, el planeta ése de los tiburones encorbatados que cumplen con todos y cada uno de los siete pecados capitales diseñando un siniestro poder en la sombra que sujeta la gran falacia del macrosistema capitalista vendiendo motos y fabricando humo para despistar a los infelices e incontables pardillos de clase media que pagamos el pato de su desmesurada avaricia.

Moore es un narrador de lujo; y su película, otra vez, es puro ritmo, pura adrenalina propagandística de indecencias que todos intuimos pero que pocos tenemos documentadas. Le cuesta cada vez más liarla parda porque ni dios está dispuesto a ponerse a tiro de sus afiladas garras, pero el director de "Bowling for Culumbine" sigue insobornable poniendo puntos sobre las íes; manipulando con enorme destreza las imágenes de archivo; bordando guiños cinéfilos y llevando el documental a la dimensión mediática que nadie, salvo él, saben hollar así.
Con enorme e inspiradísimo sentido del humor Moore nos va fotografiando miserias y sacando los colores a los bandidos habituales, y lo hace comunicando el mensaje con los ardides genéricos de un embaucador de masas.

El orondo agitador
ha inventado un género nuevo que nadie más domina: el melodrama de no ficción. Moore nos arrastra al borde de la lágrima más de una vez y más de dos explotando toda la dinamita sentimental que sus terroríficas historias encierran, en el rostro compungido, estupefacto y arrollado por la voracidad del sistema de los que sufren y padecen la gula del poderoso. Se le va la mano adrede con la melaza y el lagrimeo; pero su cine engancha por contundencia y ´robinhoodismo´.

Es posible que para europeos enteradillos el didactismo moralizante desafine;
pero Moore hace películas informativas para sus obnubilados compatriotas, y se las cuela masticadas y en papilla para que la digieran mejor. Y es que más allá de la dudosa reputación del tipo, de sus discutibles métodos de transmisión, "Capitalismo, una historia de amor" es cine necesario y pertinente. ¿Mejor que la hubiese rodado otro y de otra manera? Desgraciadamente el único que tiene arrestos para ello es Moore y la única manera que tiene para contar calamidades y denunciarlas es ésta.


Subrayo lo que he leído en tan lúcido artícucrítica, recomiendo ver la reporpelícula, y facilito una url para verla en internet: http://www.elsuricato.com/2010/01/capitalismo-una-historia-de-amor-2009.html.

Sensacional frase epílogo de Moore: "Me niego a vivir en un país así, ...y no pienso irme"

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