domingo, 2 de noviembre de 2008

Manifiesto de los acantilados

"...es el granito negro la roca mas espectacular de este paraje, ya que son las más antiguas de la Península Ibérica y las 4ª del planeta, de antigüedad similar a algunas en Australia, Canadá o Polonia. Este granito negro se formó bajo la superficie terrestre, a partir de magma, hace aproximadamente 1.160 millones de años,1 2 lo que a su vez, implica que la Península Ibérica, es anterior a la llamada explosión de la biodiversidad en la Tierra. En aquella época la tierra tenía una apariencia "bastante inhóspita", sólo existían seres vivos unicelulares, la atmósfera era pobre en oxígeno y el sol era un 10 % menos brillante, según los investigadores. Estas rocas permanecieron a gran profundidad hasta que afloraron cuando los continentes, que estaban agrupados en uno solo, Pangea, se dividieron, lo que produjo un acantilado de más de 600 metros de altura".

- ¿Te imaginas? -me dijo- La tierra estremeciéndose y estas rocas saliendo del mar y levantándose inmensas hacia el cielo. En la expresión de su cara, sus agotados
ojos brillaban admirados imaginando lo que había sucedido millones de años atrás. Su firme barbilla se sobrecogía en la contemplación.



JC me envió el llamado Manifiesto de los acantilados, no pude evitar recordar Cabo Ortegal.

Dice entre otras muchas cosas:

1.- Repudiamos resueltamente la tristeza y la fealdad. Creemos que los acantilados, el mar, las montañas, los volcanes, la brisa cantábrica y el viento pueden resguardarnos de la hipocresía del mundo. Detestamos los rascacielos por extrovertidos, y les oponemos el sencillo atrio de la Parroquia de San Antonio.

6. El espíritu se porta en la sangre y se transvasa misteriosamente a las palabras, y sólo pueden compulsarlo en los sueños los verdaderos iniciados y quienes posean el genuino conocimiento angélico.

8. No hay alma más refulgente en el universo que la de una mujer, sobre todo si hubiera pretendido rehuir del mundo tratando de ser azafata o, incluso, convertirse en monja de clausura. Inconscientes de su propia luminosidad, algunas han buscado ocultarse en las nubes o en alguna oscura mazmorra, lo que hace más evidente su resplandor. Afirmamos que su alma es la única chispa increada e increable que ha dado origen a todo.

12. Decretamos la inutilidad del tiempo y el engaño perpetuo de la razón, así como la inexistencia de los postulados geométricos. La menor distancia imaginaria entre dos puntos no es una recta, sino una aurora boreal. La eternidad es el lapso que media entre el silencio y la mirada. La verdad no es la concordancia entre lo que se dice y lo que se ve, sino entre lo que no se dice y es.


14. La locura no consiste en hablar en voz baja, mirando el mar o mientras se toma un té por la mañana de domingo viendo a Cédric o leyendo a Ásterix, aunque postulamos la superioridad existencial de Tintín. La auténtica locura consiste en ser ventrílocuos del silencio.

17. Pensamos que la esencia del arte reside en la contemplación, y no en vender y comprar. Sabemos que en la estética contemporánea prevalece lo superfluo y lo ridículo por sobre lo profundo y eterno. Y nos produce emoción más honda contemplar el palpitar de las lagartijas paradas tomando el sol sobre una piedra que una lata de sopa Campbell’s de Andy Warhol.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

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veo que la luz del mismo faro nos guía!

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saúde
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6 de diciembre de 2008, 21:55  

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