No todo fue mal en Iraq:
Martes 3 de julio de 2007 - GLADYS MARTÍNEZ-
SEGURIDAD
En Iraq trabajan más de 100.000 contratistas de los EE UU. De ellos, 48.000 trabajan como mercenarios o agentes de seguridad privada para unas 180 empresas registradas. Blackwater, con mil mercenarios en el país, tuvo un 600% de crecimiento económico en los primeros 18 meses de la guerra, y ha recibido 750 millones de dólares de la Administración Bush desde junio de 2004.
Lockheed Martin, el mayor contratista de servicios de ‘defensa’, cuyos ingresos pasaron de 17.000 millones en 2002 a 22.000 en 2003, se benefició de varios contratos millonarios en Iraq. Otras empresas, como
CACI (interrogadores) y Titan (traductores), implicadas en las torturas de Abu Ghraib, han obtenido contratos por más de mil millones de dólares.
RECONSTRUCCIÓN
El gigante energético Halliburton, presidido hasta 2000 por el vicepresidente Dick Cheney, ha recibido 21.000 millones para realizar tareas de reconstrucción y para dar apoyo logístico a las tropas de EE UU.
Tanto Halliburton como su subsidiaria KBR se han visto envueltas en escándalos por soborno (6 millones de dólares) y por cobrar servicios no realizados (160 millones en comida para soldados y 61 millones en gasolina). La empresa de ingeniería y construcción Bechtel ha obtenido contratos por un valor de 3.000 millones para la reconstrucción.
PETRÓLEO
Según la nueva ley del petróleo, a punto de ser aprobada en Iraq de acuerdo a los intereses de EE UU, la compañías extranjeras (BP-Amoco, Royal Dutch- Shell PLC, Exxon-Mobil y Chevron- Texaco) podrán llevarse el 75% de los beneficios de la explotación del petróleo iraquí con concesiones de extracción de 30 años o más, y explotarán 75 de los 80 yacimientos existentes.
Aunque la producción de petróleo se ha reducido en más de un millón de barriles diarios tras el inicio de la ocupación, el aumento de los precios del petróleo se ha concretado en una triplicación de los beneficios de estas empresas: de 34.000 millones de dólares en 2002 a 89.000 millones en 2005.
CAE EL SEGUNDO DE CHENEY: CADA VEZ MÁS CERCA
El 6 de junio pasado, el que era hasta entonces jefe de gabinete del vicepresidente Cheney, Lewis ‘Scooter’ Libby, se convirtió en el primer alto cargo del Gobierno estadounidense en ingresar en la cárcel, en este caso por una estancia de dos años y medio, por los “errores” de Iraq.
Acusado de cometer perjurio, obstrucción a la justicia y falso testimonio durante la investigación del escándalo Plame, la mano derecha de Cheney tendrá que pagar además 250.000 euros de multa. El escándalo Plame se remonta a febrero de 2002, cuando la CIA encarga al diplomático Joseph Wilson investigar si Iraq había comprado uranio en Níger.
Tras comprobar la falsedad de la acusación y comunicárselo a la Casa Blanca, Wilson no pudo menos que sorprenderse cuando Bush utilizaba esta acusación en el discurso del Estado de la Nación como uno de los principales argumentos que justificaban el peligro iraquí.
Las famosas 16 palabras de George W. Bush fueron uno de los pilares que justificaron la invasión: “El Gobierno británico cree saber que Sadam Husein ha tratado recientemente de conseguir uranio de Níger”. Jacques Baute, que dirigía entonces el servicio de inspección en Iraq de la OIEA, según describe la revista The New Republic, sólo necesitó una tarde y el Google para descubrir la falsedad del documento en el que se basaban las acusaciones: entre otras falsificaciones evidentes aludía a los poderes del presidente de Níger en conformidad con la Constitución de 1965, cuando la Constitución vigente databa de 1999 y la misma carta estaba firmada por un ministro de Exteriores que no estaba en funciones desde hacía 11 años. Wilson denunció la manipulación al periódico The New York Times. Poco después los medios recibieron una filtración desde el Gobierno como venganza: que la esposa del Wilson, Valerie Plame, era una agente encubierta de la CIA.
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