domingo, 11 de marzo de 2007

Lectura silenciosa

En el año 383, Agustín, que todavía no era San Agustín, al visitar en Milán a Ambrosio -consumado lector que más tarde también sería santo-, se escandalizó al encontrarlo leyendo tal como cuenta en su libro Confesiones ‘’Cuando leía -dice Agustín- sus ojos recorrían las páginas y su corazón entendía el mensaje, pero su voz y su lengua quedaban quietas. A menudo me hacía yo presente donde él leía, pues el acceso a él no estaba vedado ni era costumbre anunciarle la llegada de los visitantes, de modo que muchas veces, cuando lo visitaba, lo encontraba leyendo en silencio, nunca en voz alta”. Leer en silencio no se tornó la manera natural de leer hasta el siglo X, aunque a lo largo de los siglos hubo casos que han pasado a la historia como peculiares. En el siglo IV a.C. encontraron a Alejandro Magno leyendo en silencio una carta de su madre, este hecho desconcertó a sus soldados. Julio César en el año 63 a.C., leyó en silencio una carta de amor, delante de su oponente en el Senado. E incluso San Cirilo de Jerusalén en el año 349, en un sermón, rogó a las mujeres que mientras esperaban durante la ceremonia, leyesen en silencio los textos sagrados.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Pecado/Gutenberg/elpepusoceps/20061224elpepspor_11/Tes

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