domingo, 17 de febrero de 2008

La herida absurda de la vida


La Ultima curda

Compuesto en 1956
Letra de Cátulo Castillo
Música de Aníbal Carmelo Troilo



Lastima, bandoneón,
mi corazón...
tu ronca maldición maleva.
Tu lágrima de ron me lleva
hasta el hondo, bajo fondo,
donde el barro se subleva...
Ya sé... no me digas... Tenés razón!...
la vida es una herida absurda,
y es todo, todo, tan fugaz,
que es una curda
- nada más!-
mi confesión!...

Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?...

Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo
del olvido...
Ya sé que me haces daño!...
Yo sé que te lastimo
llorando mi sermón de vino!...
Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en un licor que aturda
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón
al corazón!...

Un poco de recuerdo
y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la ultima curda...
Cerrame el ventanal,
que arrastra el sol
su lento caracol de sueño...
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?


Y todo a propósito de un artículo que me envió JC titulado ¿Por qué mataron a Robert Brasillach? de Roberto Bardini. Publicado en elmanifiesto.com y referenciado en varios sitios de la red, cuyo final dice:

"Uno de los versos del tango "La última curda" (letra de Cátulo Castillo y música de Aníbal Troilo, 1956) dice que "la vida es una herida absurda". Buen epitafio para este filósofo, dramaturgo y poeta cuyo "crimen" –literalmente imperdonable- fue pensar diferente".

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