Un encuentro casual: (o desencuentro).
3 Junio 2007
esa diferencia
No solo las palabras pueden hablar. Todos conocemos otras muchas formas.
La que hoy ocupa mi pensamiento, no necesita de mover los labios, sino más bien de cerrar los ojos. (...)
Cuando pienso en la amistad, o en la hermandad, en los padres, en los hijos, en los primos, los tíos o los abuelos, la diferencia es inmensa. A los unos los protejo o los mezo, ofreciéndoles mi calor, y otras veces solo para recordarles mi devoción o demostrarles comprensión. Lo podemos hacer más fuerte, más flojo, con más o con menos sonrojo, más largo, más corto...hay miles e interminables maneras de hacerlo. Y de todas estamos necesitados, según en cada momento. De todos por suerte he tenido y casi todos los sigo teniendo. (...)
Algunos te trasmiten fuerza y otros simplemente compasión. De hecho muchos te los dan, con la única intención de acompañarte en tu dolor. Y funciona. Dicen que la intención es lo que cuenta y cuando alguien te los dona en momentos así y sabes que lo hacen corazón, las palabras sobran, no hay nada que puedas decir...y si los sientes sinceros, realmente notas, cómo algo de ese dolor se queda con ellos.
Entre las personas se habla mucho del lenguaje de los gestos, y sobretodo del de los ojos, como claves perfectas para descifrar. Y yo no discuto que sea una manera, ni que la cara sea el reflejo del alma y los ojos esa ventana abierta al mundo, por la que te puedes asomar.
Pero cuando piensas en ese alguien, hay un gesto más importante. Ese que cuando lo necesitas, nada lo puede reemplazar. No tiene nada que ver con las miradas, ni con su brillo, ni con su voz, y tampoco te sirve el de aquel que te lo daría todo, con la mejor intención, ni el de aquel que sabes que si por él fuera, cargaría con tu dolor. Entre los amantes ese preciado momento, es todo lo que son, es todo tu ser en busca de su ser, es toda tu piel que se escapa de tu piel, quiendo atravesar su piel, que eres toda tú, queriendo ser de él. Cuando dos se aman, los brazos se buscan, y facilmente, se encuentran. Casi nunca del mismo lado, y casi siempre terminando enredados. Los pechos se reunen y se aprietan.Los ojos se cierran, se olvidan los sonidos y se mezclan los sentidos. La única música que oyes es la misma que compones, y suena el son de la canción, que resulta al fundirse dos, en un solo corazón. Aún así algo más lo distingue del resto y no lo confundes jamás. No es el tacto, ni es la fuerza, no es la intensidad y tampoco tiene que ver con la duración. Ni con palabras susurradas, desde el fondo del corazón, ni con cómo salga mientras, el tono de la voz. No es cómo su rostro acurruca tu lecho, lo más cerca posible, pretendiendo escuchar, si puede por él hacerse distinto ese fragmento, en el sonar de tu palpitación. Para distinguir claramente lo que es amor de lo que no, date cuenta que el amante, en ese justo instante, hace aquello que le dicta el interior.(...)Intuimos que por muy tuyo que sea algo, un día se te puede escapar. Y robarte un trozo del alma,y reconoces el miedo que da. Que si llegara el día, en que su amor decida, que tan libre como vino, se va, te dejará en vacío y tristeza, y en cruel añoranza al despertar y entonces sabes también reconocer que lo único que te podría calmar y aliviarte un poco quizá, sería disfrutar y degustar esa sensación tan única y especial...de su olor, de su calor,...y le aspiras...y le aspiras...y suspiras... Y te quedas su sello y su huella, su pista y su sombra, el gusto y el nombre, y sobretodo buscas quedarte impregnada esa parte de todo hombre, como atraparla en una botella, para poder traerla en el después a tu presente otra vez. Cada vez que te sientas solo, o su presencia quieras continuar, aunque ya no sea más que un recuerdo, o cuando lo necesites tan sólo para no sentir tu soledad ...su esencia...
Y te produce tal tranquilidad, y sensación de bienestar,que te encuentras en tu lugar,y no piensas en nada más. En ese momento nada importa, solo tú y él. El mejor y el peor, porque cuando te niegan y te falta, lo recuerdas y te mata. El más pequeño y el más preciado. El rey de los sentimientos cuando estás enamorado, ese momento, indescriptible, irreemplazable, incomparable. Eso es lo que hace inconfundible, el abrazo del amor...
esa diferencia
No solo las palabras pueden hablar. Todos conocemos otras muchas formas.
La que hoy ocupa mi pensamiento, no necesita de mover los labios, sino más bien de cerrar los ojos. (...)
Cuando pienso en la amistad, o en la hermandad, en los padres, en los hijos, en los primos, los tíos o los abuelos, la diferencia es inmensa. A los unos los protejo o los mezo, ofreciéndoles mi calor, y otras veces solo para recordarles mi devoción o demostrarles comprensión. Lo podemos hacer más fuerte, más flojo, con más o con menos sonrojo, más largo, más corto...hay miles e interminables maneras de hacerlo. Y de todas estamos necesitados, según en cada momento. De todos por suerte he tenido y casi todos los sigo teniendo. (...)
Algunos te trasmiten fuerza y otros simplemente compasión. De hecho muchos te los dan, con la única intención de acompañarte en tu dolor. Y funciona. Dicen que la intención es lo que cuenta y cuando alguien te los dona en momentos así y sabes que lo hacen corazón, las palabras sobran, no hay nada que puedas decir...y si los sientes sinceros, realmente notas, cómo algo de ese dolor se queda con ellos.
Entre las personas se habla mucho del lenguaje de los gestos, y sobretodo del de los ojos, como claves perfectas para descifrar. Y yo no discuto que sea una manera, ni que la cara sea el reflejo del alma y los ojos esa ventana abierta al mundo, por la que te puedes asomar.
Pero cuando piensas en ese alguien, hay un gesto más importante. Ese que cuando lo necesitas, nada lo puede reemplazar. No tiene nada que ver con las miradas, ni con su brillo, ni con su voz, y tampoco te sirve el de aquel que te lo daría todo, con la mejor intención, ni el de aquel que sabes que si por él fuera, cargaría con tu dolor. Entre los amantes ese preciado momento, es todo lo que son, es todo tu ser en busca de su ser, es toda tu piel que se escapa de tu piel, quiendo atravesar su piel, que eres toda tú, queriendo ser de él. Cuando dos se aman, los brazos se buscan, y facilmente, se encuentran. Casi nunca del mismo lado, y casi siempre terminando enredados. Los pechos se reunen y se aprietan.Los ojos se cierran, se olvidan los sonidos y se mezclan los sentidos. La única música que oyes es la misma que compones, y suena el son de la canción, que resulta al fundirse dos, en un solo corazón. Aún así algo más lo distingue del resto y no lo confundes jamás. No es el tacto, ni es la fuerza, no es la intensidad y tampoco tiene que ver con la duración. Ni con palabras susurradas, desde el fondo del corazón, ni con cómo salga mientras, el tono de la voz. No es cómo su rostro acurruca tu lecho, lo más cerca posible, pretendiendo escuchar, si puede por él hacerse distinto ese fragmento, en el sonar de tu palpitación. Para distinguir claramente lo que es amor de lo que no, date cuenta que el amante, en ese justo instante, hace aquello que le dicta el interior.(...)Intuimos que por muy tuyo que sea algo, un día se te puede escapar. Y robarte un trozo del alma,y reconoces el miedo que da. Que si llegara el día, en que su amor decida, que tan libre como vino, se va, te dejará en vacío y tristeza, y en cruel añoranza al despertar y entonces sabes también reconocer que lo único que te podría calmar y aliviarte un poco quizá, sería disfrutar y degustar esa sensación tan única y especial...de su olor, de su calor,...y le aspiras...y le aspiras...y suspiras... Y te quedas su sello y su huella, su pista y su sombra, el gusto y el nombre, y sobretodo buscas quedarte impregnada esa parte de todo hombre, como atraparla en una botella, para poder traerla en el después a tu presente otra vez. Cada vez que te sientas solo, o su presencia quieras continuar, aunque ya no sea más que un recuerdo, o cuando lo necesites tan sólo para no sentir tu soledad ...su esencia...
Y te produce tal tranquilidad, y sensación de bienestar,que te encuentras en tu lugar,y no piensas en nada más. En ese momento nada importa, solo tú y él. El mejor y el peor, porque cuando te niegan y te falta, lo recuerdas y te mata. El más pequeño y el más preciado. El rey de los sentimientos cuando estás enamorado, ese momento, indescriptible, irreemplazable, incomparable. Eso es lo que hace inconfundible, el abrazo del amor...
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